El equipo de Julio César Falcioni obtuvo su primer triunfo en casa en lo que va del torneo. Pero con la victoria sobre Colón (1-0, gol de Riquelme, de tiro libre), más aquella sobre Racing y un empate (con All Boys 0-0), Boca suma 10 puntos y quedó a cinco de la cima, que comparten ahora Estudiantes y River.

Un poco a los tumbos, un poco por el empuje de la gente; y mucho por la magia de Riquelme, Boca construyó un triunfo de oro sobre el puntero del campeonato. Falcioni repitió el esquema con el 5-3-1-1, y va de la mano con lo que pide Román, eso de que "el equipo salga de memoria", el axioma ganador que sembró Alfio Basile.

Pero había que sufrir, como la historia de Boca lo indica. Porque a los 6 minutos nada más, el Pincha, más práctico y seguro, se puso en ventaja. Centro al área desde la izquierda, Insaurralde pierde la marca y falla en el cálculo para el cabezazo. Hernán Rodrigo López, sólo en el área, no perdona. Derechazo y 1-0 para el equipo de Berizzo.

Tuvo que recomponerse Boca, y lo hizo de la única forma que entiende hacerlo en este momento: tirándole la pelota al número diez. Riquelme es el que marca el camino, y aunque se nota que todavía le falta ritmo de competencia y físico para aguantar los partidos pleno durante los 90 minutos, le alcanza para desnivelar. A los 14, tomó un balón sobre la derecha y comenzó a gambetear hacia el medio. Federico Fernández lo desacomodó con un brazo y Román gestó la falta que pitó Pezzotta.

Apoyó el balón, controló la distancia de la barrera y sacó el derechazo. Al ángulo, imposible para Orion que voló y alcanzó a manotear el balón, que igual terminó besando la red para el 1-1. Alivio, festejo, desahogo. Y Román corriendo con los brazos en alto y con la boca llena de gol para levantar a un público que no podía festejar en casa.

Después el partido se pinchó, la lluvia le agregó kilos. Y las piernas pesaban más que nunca. A Estudiantes porque pelea en dos frentes, y a Boca porque todo le pesa el doble.

En el complemento, Falcioni cambió. Tuvo que cambiar. Porque Palermo no podía aguantar la pelota arriba y entonces el ingreso de Lucas Viatri se hace inevitable. El reemplazante del Titán le dio un poco más de movilidad al ataque de Boca, que sin embargo no encontraba los caminos al arco de Orion. Y encima, la única vez que lo logró, Chávez llegó al gol pero se lo anularon por una posición adelantada que no existió.

Tampoco Estudiantes encontraba la fórmula. El partido se hacía trabado en el medio. En esa lucha permanente de la que participaron Somoza, Erviti, Chávez, Monzón (entró por Calvo) y Clemente de un lado; Matías Sánchez, Verón, Leandro Benítez, Iberbia y Mercado del otro.

No le quedó opción a Falcioni: a falta de diez minutos para el cierre mandó a la cancha a Mouche por Chávez. El ingreso de los dos puntas le terminó dando el triunfo a Boca. Porque cuando el partido se moría con el empate clavado en la chapa, Mouche desbordó por la derecha, sacó el centro al corazón del área y Viatri se arrojó en palomita para poner el 2-1 final y que delire la Bombonera.