Jugaba de base en Sanjustino, uno de los equipos de básquetbol de su pueblo, y miraba con devoción casi todos los partidos de Emanuel Ginóbili en la NBA. Hace siete años, cuando tenía 13, su temperamento lo traicionó. Molesto con un fallo de un partido caliente de la categoría Infantiles, lo empujó al árbitro y no sólo lo expulsaron de ese encuentro: le dieron diez fechas de suspensión. Pero lo que iban a ser unos dos meses y medio de parate forzoso, se terminó convirtiendo en una sanción mucho más dura cuando se percataron de que él era el capitán de su equipo. Ese detalle hizo que la suspensión fuera de 30 encuentros , poco más de medio año sin poder jugar. Y le cambió la vida para siempre a Leandro Chichizola, el pibe al que Juan José López ya confirmó en lugar del lesionado Juan Pablo Carrizo en el arranque del Clausura. El fuerte c astigo lo impulsó a cambiar el básquet por el fútbol , azuzado por un amigo que lo alentó para que se fuera a probar a Unión de Santa Fe, adonde tuvo un breve paso.

Nacido en San Justo, a 100 kilómetros de la capital santafesina, en Núñez le echaron el ojo luego de un partido en La Tatenguita frente a River. Al borde de los 15 años, y ya con un físico que prometía, estaba en la pensión del Monumental, en la Octava División conducida por Fernando Kuyumchoglu.

Paciente, supo esperar su oportunidad. Arrancó como suplente de Agustín Cousillas, hijo de Rubén, hoy ayudante de Manuel Pellegrini en el Málaga. Aun estando en el banco, formaba parte de la Selección Sub 15. Siguió haciéndose lugar de a poco y, en 2009, Néstor Gorosito lo llevó a la pretemporada del plantel profesional en Canadá y en su debut, ante Toronto FC, fue la figura.

A mediados del año pasado, durante la pretemporada que Angel Cappa comandó en Salta, le dijo a Clarín : “Ojalá pueda ser un 30 por ciento de lo que es Carrizo”.

Desde el domingo, ante Tigre, tendrá la oportunidad de ir por mucho más que eso.