El fútbol es, frecuentemente, espejo de otras cuestiones. Exhibe virtudes y miserias de otros recorridos de la vida. También en estos tiempos en que todo pasa rápido de moda, lo urgente es cotidiano y lo importante pronto se transforma en descartable. En el medio, el imperio del pretendido éxito . No hay excepción en el territorio de la pelota; mucho menos en esta Argentina capaz de devorarse proyectos e ideas con la lógica de un león hambriento en plena selva. El último Apertura dejó un tendal de entrenadores en el camino; primera variable de ajuste ante un par de derrotas. Hubo diez cambios de entrenadores en ocho clubes de los 20 de Primera , incluyendo los interinatos Mario Sciacqua (en Colón) y de la dupla Ricardo Pavoni-Francisco Sá (en Independiente). No sólo eso: tras las 19 fechas del torneo que ganó Estudiantes, sucedieron otras cuatro modificaciones . Godoy Cruz dio por terminado el ciclo más exitoso de su historia a cargo de Omar Asad (ahora en Emelec), quien fue reemplazado por el uruguayo Jorge Da Silva. Banfield dejó ir a Julio Falcioni a Boca y lo sustituyó por Sebastián Méndez, marcador central en el único título del club del Sur en su historia. Mientras que Gimnasia -preso de su promedio escaso- le abrió las puertas a Angel Cappa, de traumático paso por River.

Dos o tres derrotas seguidas, un puñado de empates consecutivos, una mala racha pueden ser las causas de que un pequeño paraíso se transforme en un adiós. Les pasó a Claudio Borghi, en Boca; a Hugo Tocalli, en Quilmes; a Cappa, en River; a Luis Zubeldía, en Lanús; a Daniel Garnero, en Independiente; a Héctor Rivoira, en Huracán; a Diego Cocca, en Gimnasia; a Antonio Mohamed, en Colón.

“Lo de mi paso por River fue tan breve que no tiene ningún tipo de significado ni resiste ningún tipo de análisis”, le dijo Cappa a Clarín . Y agregó: “Si uno se toma revancha cada vez que le toca perder estaría en una situación de permanente confrontación”. De sus palabras surge un escenario habitual del fútbol argentino: casi nada dura lo suficiente como para poder plasmar una idea. Hay excepciones: Estudiantes y Vélez parecen los ejemplos de contintuidad y de trabajo a largo plazo . En Primera y también en inferiores. Los resultados están a la vista: son los mejores de este fútbol argentino con sus grandes en crisis. Lo de Lanús es un caso añadido: también busca en la continuidad, más allá de que en este torneo despidió a Luis Zubeldía y convocó a Gabriel Schurrer. Otro caso para destacar es el de Roberto Sensini, en Newell’s: suma 76 encuentros en el ámbito local y es el que más partidos consecutivos lleva en Primera, junto a Ricardo Gareca, de Vélez.

El caso de Antonio Mohamed también es emblemático de este fútbol en el que todo cambia de color y de sensación en dos o tres meses: en el ámbito local, entre Colón e Independiente, el Turco apenas ganó dos partidos (ambos a Racing) de 16. Sin embargo, fue uno de los grandes vencedores del semestre al levantar la Copa Sudamericana para el Rey de Copas .

“El fútbol es un estado de ánimo” , dijo Mohamed al llegar a su primera práctica en el campo de entrenamiento de Villa Dominico. Tenía razón. oscila de acuerdo El Superclásico hizo otra vez gala de su carácter decisivo en la continuidad de los entrenadores. Apenas antes de la 14a. fecha, Cappa -tras la caída frente a All Boys- finalizó su breve paso por River. Justo después de la derrota en Núñez, Claudio Borghi dejó de creer en que podía revertir la realidad de ese Titanic llamado Boca.

A juzgar por el recortado detalle estadístico de unos pocos partidos, los cambios en los bancos fueron para bien. En el único caso en el que no mejoró el porcentaje de puntos obtenidos fue en Huracán. Con Rivoira, había sumado ocho puntos en siete partidos y estaba fuera de la zona de Promoción. Con la llegada de Brindisi sumó sólo el 22,22% de los puntos (ocho de 36 posibles). Cosas de este fútbol ciclotímico : a pesar del pobre rendimiento, con Miguelito, Huracán consiguió un histórica 3 a 0 en el clásico ante San Lorenzo.

El mayor progreso lo experimentó River con la llegada de Juan José López. Acumuló 13 puntos en seis fechas, pasó del puesto 12° al 4°. en el Apertura, y sacó al equipo de la Promoción. Obtuvo el 72,22% de los puntos, poco menos que el 78,95% conseguido por Alejandro Sabella en el campeón Estudiantes.

Jota Jota dijo que era “un soldado de Passarella” . Y actuó como tal. A esa altura, los sueños de tiki tiki que habían nacido con la llegada de su antecesor ya habían caído entre los escombros de las urgencias. Como casi todo en este averiado fútbol argentino.