ulio César Falcioni no está demasiado acostumbrado a que le endulcen los oídos desde la tribuna. Aunque, ojo, tiene lo suyo... A comienzos de los 80, cuando atajaba en Vélez, le cantaban “Aplaudaló, aplaudaló, Pelusa es el arquero del Mundial 82”.

No lo fue: se marchó al América de Cali y perdió esa chance. La popularidad volvió a regalarle dulces varios años después, ya como DT de Banfield, cuando un cartel lo comparaba con Carlos Bianchi: “No tenemos Virrey pero sí Emperador”.

Y ahora, a un día de firmar su contrato con Boca, tiene un sueño: escuchar dentro de seis meses (o, a más tardar, un año) lo que ya sonó en la popular y la platea del club del Sur cuando ganó el Apertura 2009: “Que de la mano, de Julio César, todos la vuelta vamos a dar...” Es que a eso viene Falcioni a Boca: a salir campeón . Cree mucho en el plantel que hereda y fe en su trabajo le sobra. Se los dijo a los dirigentes y lo comentó en confianza en el Balneario Atlantis de Punta Mogotes, en Mar del Plata. Allí descansó y hasta se metió en el mar, aunque en ningún momento terminó de desenchufarse: planeó, negoció, se ilusionó. Hoy se desvinculará de Banfield y arribará a Boca con cuatro colaboradores: dos ayudantes de campo (Javier Sanguinetti y Omar Píccoli), un preparador físico (Gustavo Otero) y Néstor Lo Tártaro (entrenador de arqueros). Por ahora no le aprobaron al otro PF (Sergio Czechowicz) ni al médico Gustavo Ríos.

Para el hincha de Boca que no lo conoce bien, ¿quién es Julio César? ¿Tan rígido es? ¿Por qué le gusta más la línea de cuatro? A diferencia de Claudio Borghi, ¿se mete en el vestuario o deja ese territorio para los jugadores? Pasen y vean...

Falcioni se retiró joven (34) y lo primero que hizo fue estudiar periodismo, “para mirar el fútbol desde otra óptica”.

Hasta que Alberto Tardivo lo metió en Atlanta como entrenador de arqueros de Inferiores. En Villa Crespo, trabajó con Roberto Rogel y con Salvador Daniele en la 1ª. Y volvió a su primer amor, Vélez, a las Inferiores. Y así fue que se arrimó a Marcelo Bielsa, quien le pidió que entrenara a un selectivo.

Se hizo bielsista . Y, tras un par de interinatos en la 1ª, quedó a cargo del equipo. Luego, lo conocido: Olimpo, Banfield, Independiente, Colón, Gimnasia, Banfield y... Boca.

“Bianchi es indiscutible por lo que consiguió y por la firmeza con que juegan sus equipos”, le dijo hace un tiempo a El Gráfico.

Bianchi le dio el OK a Ameal para contratarlo, pero Falcioni igual elige a Bielsa.

Arma los equipos de atrás hacia adelante: “La solidez nace desde atrás, a pesar de que cuando encaramos los partidos hablo de adelante para atrás, porque el trabajo empieza con los delanteros”, dice Falcioni, a quien no le gusta tirar el offside y prefiere la línea de cuatro: “Le da más equilibrio al equipo, salida por los laterales, porque sirve para que los compañeros no hagan tanto esfuerzo y porque se le hace más difícil entrar al rival”.

Aunque no los utiliza demasiado en los partidos, pide que los más chicos que se queden después de hora perfeccionando detalles. Busca armar equipos “solidarios”, “ordenados” y poco individualistas. No le gusta el apuro de la nueva generación: “Viven apurados y juegan apurados”.

Hizo debutar a Ustari en Independiente y ya no comulga demasiado con Lucchetti. Quiere evaluar bien a Javier García para decidir si pide o no arquero.

Como hombre del palo, defiende el puesto : “Es el jugador más importante”. Cree que buen arquero + buen equipo = gran equipo . En cambio, mal arquero + buen equipo = mal equipo.

Fumador desde los 14 años, y admirador de Amadeo Carrizo, del Gato Marín y de Fenoy, suele andar siempre con lo que él mismo denomina como “cara de orto” . Pero, cada vez que puede, lo aclara: “Cuando dirijo, puede ser que la tenga porque me meto mucho en los partidos, pero en la vida no soy así. Soy un tipo que se ríe bastante”.

Pregunta: ¿Boca le arrancará una sonrisa o se le terminará muriendo de risa en la cara?