DEPORTE

El gol 300 de Palermo fue un consuelo para Boca

2010-12-14 11:45:38 |VIGENTE. Palermo festeja su gol 300 mostrando una remera con la foto de sus hijos. (Télam) El delantero había emocionado a La Bombonera con su tanto, en el comienzo del partido. Pero en el complemento Neira de tiro libre estableció el 1-1 final para Gimnasia.
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Tendrá que comprar un diván, en su camino desde Banfield a La Boca, Julio César Falcioni. Es que el equipo en la versión de la segunda mitad de 2010 terminó el año con los mismos problemas que lo persiguieron todo el semestre. Ayer volvió a pasar de la euforia a la duda, del toque y la pausa al desorden permanente y de la victoria a un empate chiquito con Gimnasia.

Parece que, a medida que los minutos pasan, Boca complica los partidos en detrimento de sus propias chances. Es decir, arranca fresco, desequilibra y marca, luego comienza con los cambios, tira pelotas largas y pierde claridad. Saca, al cabo, a su propio Mister Hyde de las profundidades y termina por desperdiciar lo bueno que había hecho.

Es que la primera parte de Boca fue decididamente positiva. Los pibes que Tito Pompei tiró a la cancha rindieron y gustaron.

Sergio Araujo no esperó ni que se acomodaran los hinchas en sus lugares y agarró la pelota por derecha, amagó un centro y la llevó a hacer equilibrio sobre la línea de cal. Después se la arrojó a Martín Palermo, que concretó su abrazo número 300 con la red.

Y Boca parecía otro. Con un Sánchez Miño que se hacía dueño del costado izquierdo y que además se animaba a jugar. Con Monzón activo. Con Medel y Erbes atentos a todo. En fin, parecía que el equipo había recuperado la memoria.

Gimnasia, mientras tanto, regalaba carencias. Le costaba tanto al conjunto de Pablo Morant, que parecía que la definición de la historia llegaría en cualquier momento.

Boca marchó hacia Gastón Sessa incluso a la salida del vestuario, en el arranque de la segunda parte. Araujo enfrentó al arquero y definió por arriba. El palo le dijo que no y la gente se prendía en la resurreción de la mano de los pibes.

Entonces, en el momento en el que Boca revivía, los propios jugadores comenzaron a desbarrancarse en un espiral que solamente ellos se generaron.

Morant, que entendió rápido lo que pedía el partido, se la jugó y metió a Gastón Casas y a Lucas Castro. Entonces Gimnasia empezó a tocar la pelota con tranquilidad, al tiempo que Boca perdía las riendas de su partido.

Aquellos errores, que lo sepultaron rápido en el torneo, volvieron a repetirse. Cellay le cometió una falta innecesaria a Castro, que recibía de espaldas y no había controlado todavía el balón. El tiro libre que salió de la pierna de Neira fue una poesía bien amarga para los hinchas locales.

Después estuvo para cualquiera. Lo tuvo Boca en los botines de Araujo y también Gimnasia en la cabeza de Casas. Claro, habrá sido justo el resultado de acuerdo a lo hecho en otras tardes. Es obvio que los dos equipos coronaron con la igualdad un torneo que los tuvo en esquema de turbulencias.

Boca, al fin, busca resurgir y apuesta por Falcioni. Julio César deberá saber que lo espera un equipo que, en el momento menos esperado, se convierte en su propio peor enemigo.

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