Terminó con cierta comodidad, pero no le fue para nada fácil a Vélez sacarse de encima a Huracán y mantener hasta la última fecha la esperanza de ser campeón del Apertura. El 2 a 0 alcanza, más allá de las dudas que transmitió el equipo de Gareca, para llegar de pie al domingo a la espera de ganarle a Racing en Avellaneda y ver si Estudiantes puede regalar algún tropezón ante Arsenal. Por qué no soñar si, después de todo, cosas más raras han pasado.

Vélez padeció el partido durante todo el primer tiempo. Pareció que lo habían aturdido los gritos en la tribuna por el tempranero gol de Estudiantes en el Monumental, y que después no terminaba de reponerse. Porque del otro lado, aparte, Huracán no se amilanaba y planteaba un partido inteligente como para complicar, dentro de la medida de sus posibilidades, a uno de los mejores equipos del fútbol argentino.

La primera situación relativamente clara fue para Huracán, en un corner que Quiroga anticipó en el primer palo pero se fue afuera. Vélez se mostraba nervioso, apurado, mientras los de Brindisi se defendían bien. Usaban el achique hacia delante con criterio, como para complicar bastante a Moralez en la creación. Y además anticipaban siempre a Santiago Silva, el goleador uruguayo que se mostró todo el encuentro estático, lejos de esa versión luchadora que puede complicar a cualquier defensa.

En ese contexto, Vélez recién pudo acercarse con algo de peligro al arco de Monzón cuando a los 34 minutos un pelotazo cruzado encontró solo en la izquierda del ataque a Moralez, quien terminó la situación con un tiro al primer palo abajo que se fue afuera por poco. Demasiado escaso para un equipo con pretensiones de campeón.

En el comienzo del segundo tiempo, el ingreso de Cristaldo le dio a Vélez la rebeldía que le había faltado en el primer tiempo para torcer un trámite complicado. Ya a los 2 minutos alertó a todos cuando recibió un centro preciso de Gastón Díaz y su cabezazo se fue rozando el palo derecho del arco de Monzón. Y cinco minutos después, consiguió ese desahogo que necesitaban todos en Liniers. Con un tiro bajo y esquinado desde el borde del área, batió a Monzón y consiguió el gol que, como mínimo, postergaba el festejo de Estudiantes.

El gol de Cristaldo dio a luz un partido nuevo. Porque Huracán se vio obligado a descuidarse un poco en defensa y Vélez, con el contraataque como arma, encontró algunos resquicios que no habían aparecido hasta ese entonces. Todo, igual, sin demasiado brillo en una actuación que estuvo muy lejos de las mejores del equipo de Gareca.

Pero la historia terminó de sentenciarse cuando a los 36 minutos del segundo tiempo Monzón fue expulsado por tocar la pelota con la mano como último recurso. Huracán, que ya no tenía cambios, tuvo que asumir con Villán como arquero el tiro libre subsiguiente y ya no pudo sobrellevarlo. Después de una serie de rebotes, Cristaldo marcó el 2-0 y dejó bien claro que los tres puntos se iban a quedar en Liniers. Como para que se desatara la fiesta en las tribunas y la esperanza de Vélez siga viva al menos hasta el domingo.