DEPORTE

Estudiantes ganó una final como pudo, no como quiso

2010-11-29 12:11:41 |ERROR DE MATHEU, GOL DE PEREYRA. EL CAPITÁN DUDÓ Y DESPEJÓ MAL, DEJÁNDOLE LA PELOTA SERVIDA AL DELANTERO PINCHA. Dos goles raros y un triunfo clave. El puntero estuvo lejos de su mejor versión.
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Dicen exageradamente los protagonistas de estos tiempos que todos los partidos son finales. Instalada en el fútbol semejante falacia como una verdad revelada, juegan instancias decisivas los equipos que van por el título, los que buscan ingresar a algunas de las Copas, los que se ilusionan con gambetear la Promoción y hasta los que no pueden ni dormir cuando se ven atrapados en la zona de descenso directo.


Así las cosas, Estudiantes ganó en Avellaneda una de las finales que le restan en este embalaje de fin de año, mano a mano con Vélez, para resolver la corona. Cierto es también que a este Estudiantes se le notó mucho cómo está. Y que lo esencial, al menos en su pasada por la casa del Diablo, fue demasiado visible a los ojos.


Se hace difícil recordar cuánto hace que no se lo veía a Verón tan fatigado, casi arrastrándose por la cancha. Con problemas para quebrar a un equipo de pibes que, sin presión ni obligación de ganar, le pisoteó l a pelota un rato con el Patito Rodríguez y no sintió vergüenza para defender con 11 en su campo al mejor estilo Mourinho en el duelo final Barcelona-Inter.


Si Estudiantes lo ganó cerca del cierre fue porque no tuvo capacidad ni profundidad para liquidarlo en la media hora inicial. Si Estudiantes se quedó con los tres puntos fue porque se apoyó en el alma de Rodrigo Braña, un canto a la solidaridad para presionar, la astucia para recuperar en campo abierto, el equilibrio para la transición de defensa a ataque y la decisión de trabar cada bola como hace falta en los equipos que juegan finales.


El único puntero se impuso con dos goles raros. Al larguirucho Juan Pablo Pereyra le quedó servido un cierre urgente y defectuoso de Matheu para el 1-0 tempranero. Gastón Fernández cabeceó con rara parábola un centro impensado y traicionero del uruguayo López, a quien Sabella mandó a la cancha cuando Estudiantes se moría de impotencia.


Las esperanzas (por lo jóvenes que son) del Rojo les pusieron el pecho a las circunstancias -los titulares y alguno más están afectados a la misión Goiás- y disfrutaron por un rato de una reconfortante capacidad técnica y las indisimulables flaquezas platenses. Convirtieron un golazo con Nicolás Martínez (fue gestado por el desenfado del Patito) y jugaron un rato al fulbito contra las urgencias y las carencias de Verón y compañía.


El cabezazo de la Gata alivió los males de un equipo al que, salvo Braña, no le sobró nada. Si hasta le echaron a Enzo Pérez...


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