Como no son directos, como dicen sin decir, Riquelme y Palermo con sus palabras del jueves obligan a interpretar y avivan la interna de vestuario...

No estaba previsto que Román ofreciera al mediodía una conferencia de prensa, pero habló y dijo: “La verdad es que me sentía aburrido. La verdad también es que tenía una vida muy tranquila. Ahora, después de seis meses, volví a jugar y ya se acordaron de mí, hasta tuve que escuchar que me enojé porque sacaron a Viatri.

Está Riquelme de nuevo jugando al fútbol y hay que culparlo de todo ”...

Tampoco estaba calculado que Palermo a la tardecita por radio La Red saliera a declarar: “Una frase dijo el Bichi el otro día y tiene razón: las pequeñas cosas derrumban imperios”. Y después, ampliando: “Por este camino, vamos mal. No sé cuál es el remedio. Pero no quiero que en un año, cuando yo ya esté en casa retirado, Boca viva lo mismo de River”.

Nada en Boca es casual. Y menos que un mismo día, en la semana previa a un Superclásico, salgan su 10 y su 9 a realizar exposiciones mediáticas.

Pasa en una semana donde surgieron rumores varios. A saber: Algunos jugadores estarían disconformes con Borghi porque autorizó a Riquelme y a un par de sus amigos a ir al autódromo justo el día antes del partido con Argentinos.

Algunos jugadores sienten que el técnico perdió autoridad no sólo por ese episodio, sino por otras cuestiones, entre ellas esa frase del lunes desafortunada y, según el Bichi , malinterpretada poniendo en duda su presencia como DT en el Superclásico.

El miércoles salió Viatri, un ultra riquelmista que también estuvo en el autódromo, a señalar que “hay buchones” en el vestuario.

Ahora Riquelme y Palermo empujan a sospechar aún más que en el corazón de Boca algo anda mal. A repasar y a pensar: Riquelme eludió profundizar ayer sobre la existencia de “buchones” en el grupo. Sin embargo, plantó posición al puntualizar que “Viatri creció mucho y cada vez está más fuerte en el vestuario”.

Palermo, sin hacer nombres propios, promovió un discurso que involucró como responsables al presidente fallecido Pompilio por no renovarle el contrato a Russo y también al presidente Ameal por no sostener a Ischia, a Basile y a Alves, y por no decir con fuerza que quiere que Borghi se quede hasta junio, aunque ambos dieron ayer en Clarín un mensaje de unión.

Riquelme remarcó que “queremos ganar para que Borghi vuelva a sonreir. Estamos muy contentos con el técnico que tenemos”.

Palermo dijo que la culpa futbolística no es de Borghi, pero remarcó: “Hay cosas del día a día que no se respetan”. Y hasta en un instante aceptó: “Podría decir tantas cosas que pienso que generaría un doble quilombo”.

¿De qué le sirve a Boca que Riquelme y Palermo digan sin decir? De nada. No aclaran. Oscurecen justo cuando Boca busca la luz.