Cuando en la noche del 21 de Noviembre del año 2002 se presento en el Museo Histórico de Corrientes “Tte. de Gdor. Manuel Cabral de Melo y Alpoin” el libro “Rafael de Atienza” del Prof. Antonio Emilio Castello,durante el brindis celebrado en el Patio de Honor “Wenceslao Néstor Domínguez” colmado de asistentes, el Prof. Eduardo Rial Seijo, a la sazón Presidente de la Junta de Historia de la Provincia, lanzó una peregrina idea que resulto comentada entre algunos de los presentes. Esa idea se plasmo luego en tema de discusión y debate con resultado aprobatorio prácticamente por unanimidad en la sesión semanal siguiente de la Junta, por entonces reunida en su sede natural del Museo.
Cual era esa propuesta promovida y acariciada como un desafió? Cual era el proyecto que algunos vieron con cierto pesimismo mientras otros fueron optimistas desde un principio aunque sin saberse de que forma y manera se lograría su obtención?
La idea era clara y concreta: gestionar la devolución al territorio de la heroica Provincia de Corrientes de la Bandera de Caa-Guazú que lleva en semicírculo, en su centro la leyenda “Vencedora de Caa Guazú” y que se conservaba en el Museo “Enrique Udaondo” de Lujan. Para ello se imponía desde una decisión política a una gestión de Estado y había que instalar el tema en la sociedad, aprehenderlo, digerirlo, aceptarlo y convertirlo en prioridad. Nada fácil ante las urgencias de la cotidianeidad.
(”Lo urgente supera a lo importante”,suele saber decirse cuando se intenta justificar la falta de acciones).
Esta bandera, una de las que flameara en la gloriosa Batalla de Caa-Guazú el 28 de Noviembre de 1841,comandada por el General José Maria Paz en lo que significo una de las mayores glorias de las armas correntinas y primera y cruenta venganza de los sucesos tristes de Pago Largo, en efecto había sido entregada al Museo Udaondo, uno de los Complejos Museográficos mas significativos de la Nación y allí estaba guardada, como tantos otros valiosos testimonios del patrimonio histórico de los correntinos, no pocos en este Museo, otros en el Histórico Nacional entre piezas del arte sacro, retratos, colecciones y hasta la manea hecha con la piel del Gobernador Beron de Astrada, dicen, por orden de Urquiza e incluso parte del Fuerte Fundacional de Arazaty hallado durante las excavaciones que Fray Juan Nepomuceno Alegre,-improvisado arqueólogo y consumado cronista de nuestras gestas históricas-realizara en 1857 en medio de comentadas polémicas y fuertes criticas como la que le profiriera -casi despiadadamente-luego, el Historiador Manuel Florencio Mantilla. Ese trozo de madera supuesto como parte de los orígenes mismos de la Ciudad de Vera obsequio el Gobernador Pujol al General Urquiza y esta-o creemos que esta- en algún lugar del Museo Histórico Nacional…
Pues bien, la idea de traer la “otra Bandera de Caa Guazú”,la que dice “Vencedora…” -recordemos que la histórica bandera de la Batalla esta en el Museo Histórico de la Provincia y pertenece al Estado desde fines del siglo XIX- se comento, se aplaudió, generó propuestas de logro y se discutió cientos de veces la forma de lograrlo.
Culminadas las dos gestiones de Rial Seijo en la Presidencia de la Junta de Historia, sucedido por las dos mandatos del Dr. Carlos Maria Vargas Gómez, el asunto se mantuvo latente y jamás perdió actualidad e incluso se dieron algunas conferencias e informes referentes al proyecto de retorno buscándose la gestión mas rápida y efectiva, tema que lo retomo la actual Comisión Directiva bajo la Presidencia del Dr. Orlando Aguirre.
La constancia en las políticas de trabajo, a la corta o a la larga, suelen ser coronadas con la victoria y eso ha sucedido.
El Viernes 20 de Mayo de 2011,a las 5 y media de la tarde, en el Palacio Gómez, a casi una década de iniciado un tramite que nunca se dejo de hacer y mantuvo como pocos una permanencia inusitada, el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires Don Daniel Scioli habrá de entregar al Sr. Intendente Dn. Carlos Mauricio Espinola, en la Municipalidad de la Ciudad de Corrientes en forma definitiva la otra Bandera de la heroica Batalla de Caa Guazú, la que lleva en semicírculo la leyenda “Vencedora de Caa Guazú”,lema posiblemente impuesto luego, y que tiene una historia tan dilatada como aquella primera bandera que el Museo Histórico de Corrientes conserva como una de sus primeras piezas ingresadas hacia 1929.
Entonces: cual ha sido la historia de una y otra bandera?.
La bandera que el General José Maria Paz llevo al frente de su Ejercito en los Campos de Caa Guazú (escribimos con “z”,pero en verdad la bandera lleva la segunda palabra de la frase con “s” conforme la grafía atribuida al idioma guaraní, lo que por cierto puede ser discutido toda vez que es una vozoriginalmente agrafa),tras la Campaña de su Ejercito Libertador en 1841 fue traída a Corrientes. La trajo, dice la historia, el Coronel Miguel Virasoro, cuya esposa era Da. Encarnación Ferre, hija del celebre patricio correntino el Brigadier General Pedro Ferre quien la recibió como trofeo, un trofeo para la Provincia que se venia desangrando bajo el lema de “Patria Libertad Constitución” ante la Tiranía, y un trofeo que Ferre lo habrá sentido como propio al ser el mismo un luchador del Federalismo Doctrinario.
En 1867 murió Don Pedro Ferre con el halo propio de los próceres. Sus descendientes tomaron la Bandera y se la donaron al Consejo General de Educación de la Provincia a cargo del Dr. J. Alfredo Ferreyra, uno de los positivistas mas ilustres del panteón cívico nacional. Posteriormente el peregrinaje de la Bandera de Caa Guazú siguió su curso cuando fue enviada como pieza para la Colección de Historia que se había fundado en el Museo de Ciencias Naturales de Corrientes, siendo Director en este tiempo Don Valentín Aguilar.
Cuando el 26 de Abril de 1929,hacen 82 años, se inauguro el recientemente creado Museo Colonial Histórico y de Bellas Artes de la Provincia de Corrientes, obra imperecedera debida al Gobernador Benjamín Solano González dentro de su gestión cultural, junto a otras piezas de referencia histórica como el escritorio y sillón del Gobernador Pujol, la Biblioteca de los Derqui, la Caja de Caudales del Tesoro Publico de la Provincia, la Capilla de la Cárcel del Cabildo, una urna electoral de madera, y muchas otras piezas más, la Bandera de Caa Guazú fue entregada para su guarda y exhibición permanente en el novel Museo Histórico. Allí quedo, hasta hoy, en que ocupa un lugar de privilegio en la Sala de las Banderas y Escudos “Gobernador Benjamín Solano González” entre otros trofeos de valiosa referencia histórica e identitaria.
La Bandera, que no es otra que la adoptada en 1821 como símbolo, junto al Escudo, de la Provincia de Corrientes, lleva las dos bandas de un azul profundo y una franja central blanca, de seda toda la pieza, con el pico azul propio de nuestra enseña provincial. Como que en definitiva, lo es. En la franja central la leyenda:”CAA GUASU” al pie del Escudo Provincial bordado en blanco.
Un dibujo fiel de la misma, en su cofre de madera y vidrio como se la conserva desde tiempo inmemorial, fue reproducido en la obra “El Escudo de Corrientes” del Historiador Manuel Vicente Figuerero publicado hacia 1921 y que resultara de la investigación que le encargara el Gobierno del Dr. Adolfo Contte para testimoniar sobre la forma y manera de representar la heráldica provincial y al fin oficializar una única forma de uso.
Según las investigaciones que realizara el Historiador Francisco Manzi, entonces Director del Museo Colonial Historico y de Bellas Artes, en 1951, y las publicara en su opusculo “El Brigadier General Pedro Ferre” esta bandera fue bordada por Doña Flora Lagraña Martínez Hidalgo y Casajus y Doña Ana Lagraña de Acosta.
Según lo señalado a nos por el Dr. Alberto Sarmiento Laspiur (h),bisnieto de Da. Rosa Rosalía Pampin Lagraña de Mantilla,otra bandera similar a la conservada en el Museo Historico Provincial,testigo tambien de la Batalla de Caa Guazu,fue entregada por sus mayores al Complejo Museografico “Enrique Udaondo” de Lujan y habia pertenecido a la coleccion particular de su familia que la guardaba con celo singular al tratarse de otro de los trofeos de la Provincia de Corrientes.
Decía Sarmiento Laspiur que esa bandera guardada en el Museo de Lujan si habia sido bordada por Flora y Ana Lagraña, dato que lo corroboraba en la memoria familiar.
Conforme nuestra s investigaciones a partir de lo que conocimos y de las propias palabras del Dr. Sarmiento Laspiur en una de sus acostumbradas visitas al Museo Historico entre 1990-92,esa bandera de Caa Guazú, con la leyenda “Vencedora de Caa Guazú” existía en efecto el patrimonio del Museo de Lujan, lugar en el que, como señalamos antes, se encuentran otras piezas de valor como el baldaquín de 1765 que coronaba la Pila Bautismal de piedra tallada por Fray Roque Ferreira “Cura del Paraguay” ,para el Santuario de Itatí. En algún momento un Cura desaprensivo la obsequio al Museo de Lujan aunque quedo la pila que por su tamaño y peso fue imposible llevarla de Itatí…Otra historia, otro tema y otro motivo para comentar en otro momento.
Pues bien, con el retorno definitivo de la Bandera Vencedora de Caa Guazú a Corrientes, retornara un trofeo que es patrimonio de toda la Provincia, no solo de la Ilustre Ciudad de Vera… El tiempo y las circunstancias dirán cual será el lugar definitivo de su guarda y conservación, no obstante, entre esto se decida, ya se ha logrado recuperar -lo que no es usual-.un testimonio valiosísimo en extremo del patrimonio histórico, heroico e identitario de los correntinos.-
A veces parece un juego perverso, solo eso. Nos proponen cosas demasiado similares, solo matices de un mismo color. Es que la política se ha convertido irremediablemente, en términos de debate, de contenidos y hasta de modos de hacer las cosas, en un vulgar entretenimiento donde se cambia algo, intrascendente por cierto, únicamente para sostener el andamiaje de lo eterno.
Es como si nos quisieran distraer en el laberinto de los temas menores, en asuntos irrelevantes, domésticos, para que el tiempo transcurra y casi nada modifique su curso. Para ello, han desarrollado un marco teórico, un conjunto de paradigmas que abonan activamente a la resignación ciudadana.
Nos vienen intentando convencer hace tiempo, que esto que vivimos “es lo que hay”, que no se pueden hacer las cosas de otro modo, que no vale la pena luchar, mucho menos pretender cambiar las formas, y menos aun los resultados.
Nos inculcan, premeditadamente, que debemos ser espectadores, que intentar modificar rumbos no tiene sentido, que la maquinaria está suficientemente aceitada para soportar cualquier embate, y claramente se han ocupado de ello, de generar los anticuerpos necesarios para rechazar cualquier proposición menor, furtiva y aislada.
El sistema está sobradamente preparado para aguantar ese tipo de tentativas solitarias y de hecho lo demuestra a diario. De ese modo consigue amedrentar a los aventureros, a los inconstantes, a los visceralmente ansiosos, al espasmódico capricho de los impulsivos, que en definitiva son los más.
Los que dicen que el único modo de cambiar las cosas es ser parte del sistema, son rápidamente cooptados por las metodologías que hacen pasar el umbral de lo incorrecto y torcer la moralidad de sus intenciones, a una velocidad inusitada.
Ellos dicen que solo estando dentro del esquema vigente se puede modificar la historia. En el camino, se corrompen, se adhieren a los modos, se mimetizan con las malas prácticas, para terminar siendo uno más en el montón, que solo puede mostrarse como una versión renovada, en el mejor de los casos, de una dinámica idéntica a la actual.
Todos hablan de saquear y distribuir, de acaparar y repartir, de la magia de multiplicar recursos sin generarlos, y de su mayor eficiencia para administrar lo ajeno. El arte de la política parece haberse quedado detenida en este cuadro que solo pretende ofrecer una sutil gama de lo mismo.
Con esta dinámica, estamos destinados solo a repetir errores, a elegir entre semejantes, casi condenados a un resultado predecible. Mientras sigamos creyendo que el único modo de hacer las cosas es pensar en creativos mecanismos para que otros generen recursos y ver como quitárselos para distribuirlos entre los que no pueden crear casi nada, estamos complicados y no nos espera nada bueno.
A Albert Einstein le atribuyen aquella frase que dice “si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”, sin embargo la política nos propone eso, pequeñas modificaciones para terminar casi en el mismo lugar. Son películas que ya vimos, con finales parecidos, con sociedades que se entusiasman con los cambios, pero que claudican frente al invariable paisaje de lo repetido.
Nos va ganando la desazón, la entrega, el conformismo, pero seguimos comprando espejitos de colores. Rechazamos sistemáticamente a los que nos proponen esfuerzo, compromiso, empeño e incertidumbre. Preferimos a los políticos que se han inclinado por el ilusionismo, a los encantadores de serpientes, a los grandilocuentes aprendices de hechiceros.
El camino aparentemente fácil, lineal, atractivo, de vivir sin esforzarse, de recursos ilimitados, de magníficos proyectos pagados con el sacrificio ajeno, lo vivimos todos los días. Ya conocemos ese recorrido, lo transitamos cotidianamente y, cada tanto, le renovamos el crédito solo cambiando el interlocutor, cuando el anterior se desgasta, pero para seguir el mismo surco.
No se trata de cambiar de hombres, de intermediarios, sino de ideas. La riqueza se crea, y solo florece en un ámbito amigable para ello. La hostilidad con el desarrollo, el ataque a los creadores, a los mejores, a los audaces, solo debilita y dinamita las posibilidades concretas de una sociedad. El metódico y ordenado embate contra el individuo, pretende terminar con la característica esencial de la humanidad.
La guerra que nos propone la política actual, en la que los menos producen y los más viven de ello es una fórmula repetida, ya probada y que solo conduce a una sociedad sin armonía, en permanente conflicto, de enfrentamientos sin sentido, destinada invariablemente al fracaso.
Es difícil encontrar discursos discordantes en el medio de tanto paraíso de la redistribución. Los políticos que están en el ruedo, los mas novatos incluso, ya se han apegado a esta dinámica y solo proponen más de lo mismo. Hasta los que coinciden en que este modelo está más que agotado, terminan plegándose mansamente, empujados por lo electoral.
Es cierto, no abundan hombres capaces de sostener ideas propias, no sobran valientes, mucho menos gente con principios. Ante la primera tentación de la política, ceden y dejan de lado las pocas convicciones que los llevaron hasta allí, para ser parte de este pasatiempo de los matices.
Alberto Medina Méndez
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PUBLICADO EN EL DIARIO EPOCA DE CORRIENTES, ARGENTINA, EL VIERNES 29 DE ABRIL DE 2011