"Se trata de un gesto de cortesía, de atención hacia Argentina y su presidente", ha declarado Lombardi, que considera "natural" que el Papa reciba a la jefa de Estado de su país de una forma "diferente" al resto las delegaciones que asistirán a la misa de inicio de pontificado, el 19 de marzo.



Lombardi subrayó que no se trató de una visita formal o de Estado, sino de un gesto de cariño hacia su tierra natal.



La mandataria argentina arribó el domingo al aeropuerto romano de Fiumicino en el Vaticano con una amplia comitiva, con la que planea asistir mañana, al igual que otros presidente de la región, a la misa de entronización del flamante líder de la Iglesia Católica Apostólica Romana.



Pero el principal objetivo de su viaje es otro: recomponer las relaciones con Francisco, el papa argentino, hoy lider espiritual de 1.200 millones de católicos, quien durante su gestión y la de su antecesor, el fallecido Néstor Kirchner, fue un férreo crítico de sus políticas.



El hasta hace una semana Arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, fue casi un opositor para los Kirchner a quienes cuestionaba públicamente por las denuncias de corrupción en su gobierno, las políticas "ineficaces" para combatir la pobreza y la aprobación del matrimonio igualitario en 2010, uno de los temas más algidos para la Iglesia.



Cristina por su parte, quien acogió el nombramiento de Francisco con una fría carta protocolaria, había trasladado en los últimos años la ceremonias del Tedéum del 25 de mayo desde la catedral porteña, donde este oficiaba el Papa, a otros templos del país.  



La jefa de Estado aterrizó el domingo cerca de las 16.30 (hora local) en Italia , junto con una amplia comitiva de funcionarios, legisladores, dirigentes y empresarios locales. Adelantó el viaje para tener tiempo de prepararse para la audiencia con el Papa.



 L.G