En tanto, en los allanamientos concretados en distintos domicilios locales se secuestraron elementos y obtuvieron otras pruebas de interés para la causa.



El abogado querellante Guillermo Escalante explicó a época que en la jornada de ayer el comisario retirado Jorge Alberto Maidana y su esposa Jorgelina Benítez, quienes estaban en calidad de prófugos y se los aprehendió en la siesta del martes en Capital, “tenían que declarar primero en la comisaría de Empedrado y luego serían llevados hasta Saladas para comparecer ante el juez Román Francisco Tomás Ramírez”.



De todas maneras se espera que entre la jornada de hoy y mañana comparezcan, aunque el letrado vaticinó que casi con seguridad “harán uso de su derecho a no declarar”.



Cabe destacar que con ansias se esperan los testimonios de quienes eran profesor de la escuela a la que asistirían los niños y quien trabajaba como bibliotecaria en el establecimiento, respectivamente.



En cuanto a los procedimientos concretados en la siesta y tarde del martes en distintos domicilios de Empedrado, este medio pudo saber que no se lograron nuevas detenciones pero sí el secuestro de objetos vinculados al caso y pruebas de suma relevancia.



En la casa de la abuela de los niños ultrajados, Irene Bernal, la Policía se incautó de al menos dos libros con contenido sexual, de magia e imágenes de santos. Esto abonaría la teoría de los vejámenes en el marco de ritos de algún culto.



Asimismo se habrían efectuado pruebas de luminol para hallar rastros de sangre y semen que pudieron haber sido limpiadas y no sean observables a simple vista. Extraoficialmente se informó que estos exámenes habrían arrojado resultado positivo para esos fluidos corporales.



Vale recordar que también en torno a este aberrante caso los detenidos son Luis Medina, padre de los dos menores violados, Cristian Jiménez, quien sería primo de estos, Verónica Molina la tía de las víctimas y un hombre llamado Freddy Sotelo.



En la causa está en calidad de prófuga Irene Bernal, la abuela de las criaturas ultrajadas, quien según los vecinos del poblado “desapareció al día siguiente de que el caso se hiciera público”.



La responsabilidad de la mujer es mayúscula ya que estaría acusada de ser la instigadora y promotora de los cultos que tenían a sus propios nietos como “ofrendas vivas” en donde en medio de la ceremonia, los violaban reiteradamente.



También sería intensamente buscada Marta Molina, hermana de Verónica Molina, quien también participaba activamente de los ritos dentro de la secta.