A pesar del incremento de las naftas de la semana pasada, de hasta un 7%, YPF atraviesa problemas de caja que la obligaron a extender hasta noventa días el pago a proveedores –no a los más grandes, como a Schlumberger o San Antonio, sino a empresas de servicios de mediana envergadura– e incluso diferir el pago a sus socios en algunos yacimientos compartidos. Las complicaciones financieras de la petrolera también se evidenciaron en el pago con demora del último vencimiento del IVA, por $ 150 millones, y en la cancelación de un préstamo tomado por Repsol por US$ 125 millones en agosto de 2011, que debió ser abonado con asistencia del Banco Nación.

En rigor, las desavenencias en cuanto a la solidez de la caja de YPF comenzaron ni bien el Gobierno intervino la compañía el 17 de abril pasado. Ese mismo día los funcionarios de Economía, liderados por el viceministro, Axel Kicillof –luego designado como director de YPF en representación del Estado–, se encontraron con un flujo de caja que no superaba los US$ 110 millones, a años luz de lo que proyectaban los técnicos del Palacio de Hacienda.

Terminaron de entender la gravedad de la escena financiera cuando los bancos que cubrían el descubierto de YPF por pedido de Repsol –Santander, Galicia, BBVA y Credit Swiss, entre otros– interrumpieron sus líneas de crédito a la petrolera.

La erosión de las cuentas contables de la mayor empresa del país pone en duda el plan de actividades anunciado por Miguel Galuccio, CEO de la petrolera, en su única intervención pública en Buenos Aires, a principios de junio. “¿Con qué dinero se perforarán los 750 pozos prometidos y se solventarán los US$ 3.500 millones de inversión para 2012?” es la pregunta repetida en la industria. El plan prometía además sumar veinte nuevos equipos de perforación y alcanzar en 2013 los mil pozos a perforar, un nivel que no se alcanza desde 1996, con el foco puesto en el rejuvenecimiento de yacimientos maduros y el inicio del desarrollo intensivo de reservorios no convencionales. “Las naftas seguirán aumentando, al menos un 20% más en los próximos seis meses. Es la única fuente de ingresos que queda”, respondió un petrolero radicado en EE.UU., de trato asiduo con Galuccio.

La delicada situación económica se condice, además, con una red de internas a tres puntas, que en los últimos veinte días provocaron fogonazos de mayor intensidad. Esta semana incluso trascendió que Galuccio amagó con renunciar a raíz de reiterados desencuentros con Julio De Vido, una versión inmediatamente desmentida desde YPF. “Sigue con el diseño del plan de cien días y es muy probable que la semana que viene hable nuevamente sobre el programa de seguridad laboral de la compañía”, agregaron.

La rispidez entre el ex ejecutivo de Schlumberger y el titular de Planificación tiene, sin embargo, dos grandes ejes: la designación de apellidos para el nuevo management de la operadora y el contacto con futuros inversores. En el último mes Galuccio vetó, con el aval de Kicillof, el ingreso al área de Compras y Contrataciones de Roberto Paolini, un ex YPF que renunció enemistado con Tomás García Blanco, ex director de Exploración y Producción de Repsol, y se fue a trabajar a Oil Combustibles –la empresa de Cristóbal López–, cuyo retorno promovía De Vido.

Por su parte, el ministro aprovechó su llegada a Carlos Bulgheroni –CEO de Pan American Energy (PAE), la segunda petrolera del país, que cuenta con la china Cnooc entre sus accionistas– para avanzar con un acuerdo de inversión con la petrolera asiática, vadeando la autoridad de Galuccio.