El pasado seis de febrero, un grupo de científicos que trabaja en la base argentina Esperanza, ubicada en la Antártida, informó que ese día la temperatura llegó 18,3 grados centígrados. Es la primera vez que se registra una temperatura tan alta en la península Antártica desde que los humanos comenzaron a recabar este tipo de datos.

La máxima temperatura que se había registrado en el mes de marzo del año 2015 había llegado a los 17,3 grados centígrados. Sin embargo, un científico brasileño que trabaja en la Base Marambio, en la isla Seymour o isla Marambio, en la Antártida Argentina informó que el nueve de febrero la temperatura máxima llegó a los 20,75 grados centígrados.

El brasileño Carlos Schaefer, científico especializado en permafrost (suelos congelados) y el encargado de realizar esta última medición declaró que esta cifra concreta no es suficiente para demostrar el impacto del cambio climático en el conjunto de la Antártida: “Es solo una señal de que algo diferente está sucediendo en esa zona”.

Además el especialista agregó: “El dato no permite anticipar cambios climáticos. Es un dato en una investigación, sin embargo nunca se vio en la Antártida un registro de ese tipo”.

Tras diez años de récords en el aumento de las temperaturas, que cerró el año pasado como el segundo año más caluroso de la historia de la humanidad, la nueva década comenzó con la misma tendencia. De echo, el mes pasado quedó como el enero más caluroso del que se haya tenido registro.

La suba de temperaturas afecta a la Antártida

World Economic Forum recordó en Twitter que existen muchos otros datos que alertan del deshielo en algunas de las zonas de la Antártida, en este caso con tendencias históricas muy consistentes.

El promedio de temperaturas en la Antártida es de 1 grado durante el verano y menos 21 grados centígrados durante el invierno, incluso ha llegado a alcanzar los 60 grados bajo cero de sensación térmica, producto del viento helado.

l.g