ESPECTACULO

Sapucay y aplausos a la propuesta musical de La Peña de Los Alonsitos en el Regatas

2019-07-08 09:25:00 |Los nuevos valores conviven con los consagrados en noches de peña folklórica. El público continúa acompañando la propuesta musical de este espectáculo impulsado por anfitriones referentes del chamamé. Crónica de la segunda velada de la gran fiesta.
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“Chango, sin el chamamé no vivimos”, así reza un cartel que el dúo Coplanacu tuvo la deferencia de leer en su show. “Pasaron más de 30 años para volver a Corrientes. Estamos muy contentos de volver a esta tierra. Ojalá no pasen tantos años y volvamos pronto”, deslizaron los músicos al tiempo que interpretan un clásico del género: A Villa Guillermina. Se escuchan sapucay y aplausos encendidos.

El escenario de La Peña de Los Alonsitos tiene una pantalla gigante en forma de rombo, de cuatro lados. A su lado, dos grandes comillas que hacen una gran pantalla rectangular. Ahí se observan la leyenda La Peña, los nombres de los artistas que están en el escenario y paisajes del litoral. En la parte superior del escenario, en forma de arco también hay pantalla y a los costados del escenario, en esos espacios se aprecia en ocasiones el monitoreo del escenario y en otros casos las marcas y empresas que hacen posible La Peña de Los Alonsitos.

Ellos llevan el pelo suelto, largo, cano, sonríen y cantan con todo el cuerpo. Por momentos todos bailan una zamba o una chacarera. El repertorio del dúo Coplanacu mueve al público que hace las figuras de giro, vuelta entera, media vuelta, zapateo. Los brazos en ángulos de noventa grados muestran la destreza de los bailarines.

“Alma charrera, así se llama el tema que vamos a hacer”, adelanta uno de los músicos antes de comenzar un nuevo acorde. “Nosotros nos hemos parado aquí frente al río Paraná y pensamos que nosotros también tenemos nuestro río. Nada más que lo cruzamos caminando”, cuenta y despierta las sonrisas del público. “Al sábalo le dicen charrúa, el que lo pesca el sábalo es el charrero, pero también le dicen así al que junta arena, al que anda al pedo en el río. Con todo cariño para los bailarines y para los que están sentados le vamos a cantar esta chacarera que se llama “Alma charrera”, explica y el público se lanza a las pistas improvisadas a seguir bailando.

En la jornada del sábado hubo menos público que el viernes. Mucho menos. El frío había disminuido, se encontraban más espacios vacíos en las tribunas y las filas en las cantinas habían rebajado notablemente. En distintos sectores se ven ponchos, rojos, negros, azules, pastel, ocre, verde. Hay más personas mayores que jóvenes, saben las canciones y cantan en voz alta. Algunos gritan.

El sonido que sale del escenario es alto, por momentos satura. Hay acoples que algunos músicos sufrirán del primer al último tema interpretado, los músicos hacen seña para que suban el retorno, otros simplemente pidiendo sonido y haciendo señas de que no escuchan nada en los parlantes que tienen frente a sus pies.

La grilla continúo con la presentación de “M-Folk”, una joven banda del Paraguay. La juventud de esta banda estaba dibujada por sus rostros delicados, vivos, nuevos. Sin embargo, pusieron mucha energía y potencia a un repertorio propio y cargado de clásicos conocidos como Kilómetro 11 y Lucerito Alba.

Con buena percusión, con guitarras potentes y un acordeonista que no solo mostró virtuosismo sino destreza al llevar el acordeón a la espalda y seguir tocando.

En la versión de Kilómetro 11 el grupo jugó con su virtuosismo, primero la guitarra sola, después el acordeón, después un diálogo endiablado de instrumentos donde el público subrayó con aplausos y sapucay. El escenario de La Peña no tiene escaleras para bajar directamente a la platea, los músicos de “M-Folk” saltaron sin más al piso con sus guitarras y acordeones para tocar su música entre la gente, así saludaron al público mientras bailarinas vestidas con trajes típicos del Paraguay hicieron gala del baile con botella sobre sus cabezas.

En la segunda noche de La Peña los tiempos o la transmisión televisiva aceleraron notablemente la secuencia entre banda y banda, entre grupo y grupo. Hubo poco tiempo muerto y no se hicieron sorteos o concursos con regalos.

Pueblo y desamores

La noche del sábado también contó con la presentación de Mario Bofill. El músico volvió a su clásica presentación donde sus integrantes dicen de dónde vienen y hacen un tema del lugar, él pone el broche cantando su tema nací en Loreto, aunque en esta ocasión cambió la letra y dijo “nací en Corrientes”. Su extenso y vasto repertorio le permiten hacer solo sus canciones, sin embargo, interpretó clásicos chamameceros como Mírame y el motivo popular de El Carau, tema que despertó y movilizó a todo el público con sapucay y gritos de júbilo.

Desde la tribuna se agitan carteles, frases cortas y algunos nombres de lugares del interior como Santa Lucía. Por momentos se escuchan algunos acoples o desajustes en el sonido, incluso cuando Mario Bofill invita a su hijo Chingoli Bofill un sonido agudo golpeo fuerte en todo el Club de Regatas. Mario estuvo poco tiempo en el escenario y dejó así fuera clásicos de su repertorio como Viva la Pepa, Estudiante del interior, Juan Chifla, Yo que te quiero tanto, entre otros.

En esta oportunidad, sí afloraron temas como El Guainero, el Medio Litro e incluso cerró con un clásico suyo que es Requecho. Tras este tema se despidió y el público no insistió por otro tema. En todos los casos no hubo mucho efecto por pedir más temas a los intérpretes de la noche. Sin embargo, hubo tiempo para recorrer el pueblo, enamorarse y despedir amores. La Peña de Los Alonsitos continuó con chispas de música y baile. (P.F.)

l.g
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