COLUMNISTA

Drogas y post-50

2018-10-11 12:15:46 |Juan Alberto Yaría * Director general de Gradiva - Rehabilitación en adicciones
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Llegan a Gradiva decenas de los que llamo "post-50" (adultos que incluso temen el paso del tiempo como marca de lo inservible o descartable), o sea, de aquellos que nacieron entre tres siglos, ya que son un enjambre del siglo XIX, XX y XXI.

Contingentes de "solos y solas" con su "botella o polvo blanco" como compañía que hace cierto aquello de Chico Novarro cantado admirablemente por María Graña: ""Hasta que el tiempo del amor regrese (de la letra de "Desesperadamente sola").

Vodka, tequila, vino con todos los estimulantes posible los circundan. La cocaína forma parte de este coctel así, como amores fugaces, la noche y todo esto sazonado de desvinculaciones profundas (hijos, relaciones antiguas e incluso abandono de trabajos y empresas). Llegan vencidos con síndromes metabólicos (obesidad, diabetes incipiente, trastornos cardiovasculares). La carrera adictiva dejo secuelas.

Son los hombres de tres siglos dije antes, ya que fueron educados por padres y abuelos, con pautas del siglo XIX (sociedad con marcos disciplinarios, aunque rígidos, daban seguridad y raíces) y naciendo en el siglo XX, cuando comenzaba una sociedad líquida y frágil con valores mutantes y relativos, en donde el amor hasta la eternidad es un sueño imposible que se perdió en el mar de las actuales incertidumbres. Viven en la incertidumbre pero también en la fragilidad. Y, por último, reciben el impacto del siglo XXI con Internet, la química, la imagen, la eterna juventud y la agonía del Eros y del Amor revestido de la excitación sexual que culmina en lo "porno". Y, fundamentalmente, la sociedad del rendimiento y del consumo que llega hasta el límite del cansancio, el agotamiento y, por ende, del dopaje.

Me sorprende al entrar en un canal de televisión un portero que me recibe como personal de seguridad totalmente hiperkinético y acelerado y ya antes un conductor de taxis me hablaba de la cantidad de horas que hacía saltando de un tema a otro y frenando e insultando a todo aquel que se le cruzaba. Ahí recordé a Roberto Saviano, ese gran escritor e investigador del mundo de la cocaína y perseguido por las mafias en Italia, que tuvo que encontrar refugio en los Estados Unidos, cuando en su libro "Triple Cero (cocaína de máxima pureza)" retrataba que la coca la consume "quien ahora está sentado a tu lado en el tren, el conductor del autobús, si no es tu hijo, es tu jefe, el agente de bolsa, etcétera, etcétera".

Al final de todo, en un mundo de rendimiento, la coca se convierte en lo imprescindible, como ya lo decía en su dramática perversión Pablo Escobar "conmigo no van a poder, vendo algo necesario".

TIEMPOS VELOCES

Nadie para, o sea, nadie contempla. El ocio en esta sociedad no existe y el ocio para los griegos era el tiempo de la contemplación, o sea, el tiempo de la lentitud, la autoconciencia, la observación de la maravilla del vivir y del contacto con los otros. Nadie para porque todo es negocio, o sea, no-ocio. Rendir hasta que la "resaca" del agotamiento nos devuelve a un futuro dopaje. Sociedad del rendimiento, del cansancio agotador y del dopaje. Sociedad de veloces sin finalidad ni trascendencia o sea sociedad sin teleología (finalidades) ni teologías (trascendencia).

El tiempo que se vive es tan veloz que nada se puede procesar. Nos vamos haciendo sin historia, porque es un tiempo sin lentitud, o sea, sin vivencias. Todo es rápido. No hay saboreo de nada y saber viene de "sabor" paradójicamente. Un suceso sigue al otro y no hay ninguna finalidad en las acciones más que la descarga inmediata por eso decimos que es un tiempo sin trascendencia. Tiempo sin experiencias o sea sin consecuencias. No hay relato histórico algo sucede y luego otra cosa y otra. Presentes sin rumbo.

Son los presos de la sociedad de la seducción, de la tentación y del espectáculo en donde rendir y aparentar es fundamental. Todo lo liso debe triunfar. La arruga parece ser el "infierno" temido. El cirujano estético parece ser el pensador o confesor de estos tiempos. La estética es el valor supremo pero la estética es solo la mirada en el espejo en donde ninguna oscuridad, lunar o arruga debe aparecer. Nos miramos en una imagen ideal que es la vendida por la sociedad del espectáculo con la moda como eje de todo. La química ayuda en esta vida de zozobra permanente. Ahí el tranquilizante, las bebidas blancas, el vino, la cerveza y los estimulantes con el "combo" siempre presente (cocaína y Viagra) que no pueden faltar.

En este agotamiento del Eros solo vivido desde un narcisismo individualista el amor como desposesión de si para lograr un cierto completamiento en el encuentro con el Otro se convierte en regocijo del Ego que culmina en la soledad más profunda y el Amor se degrada en lo "porno" que parece ser un disvalor muy presente hoy. Nadie como el filoso Byung-Chul-Han (pensador sur-coreano que vive en Alemania) retrata este mundo liquido con la agonía del amor, del tiempo y del descarte de los seres humanos (Byung-Chul Han 1959 vive en Alemania).

Ego que es egolatría individualista. Eros que agoniza en un rendimiento sexual artificial despojado del encuentro más profundo. Así nos vamos encontrando con la soledad que es la sombra que nos persigue después de los 50 cuando nos hemos desvinculado de vínculos profundos. Z. Bauman dice que el gran miedo del hombre de hoy es el miedo a ser excluido, abandonado y quedarse solo, ser dejado en la oscuridad. Carl Jung ( 1875-1961) le agrega a esto que la soledad es el verdadero infierno.

AGOTAMIENTO

Las comunidades terapéuticas se llenan de estos hombres y mujeres vencidas por las garras de esta sociedad de consumo que es lo que nos consume porque diluye lo más profundo de nuestra mismidad y de la relación amorosa con los otros. Hoy tratar es buscar recuperar intimidad y empatía que en los dichos del gran José Ortega y Gasset sería encontrar un proyecto, una vocación y una misión.

En estos tiempos vividos con tanta velocidad cuesta elaborar los duelos del vivir: muertes, paso del tiempo, ausencias, pérdidas, etc. Estas son las "situaciones límites" (como lo enseñó el gran Karl Jaspers-1883-1969) que habrá que atravesar como él nos enseña pero sin narcotizarlas .El narcótico o sea las drogas (incluyendo el alcohol) son solo alucinaciones compradas por algunas horas pero que nos devuelven en su "resaca" al camino o situación que necesitamos asumir.

"La forma de curar esa depresión es dejar atrás el narcisismo, mirar al otro, darse cuenta de su dimensión, de su presencia" (Byung-Chul-Han-diario El País-2014). Esto hoy es ayudar a los post-50 para eso necesitamos entrar al tiempo de la lentitud que es el tiempo del autoconocimiento, de la terapia. Superar el tiempo hiper-digital y llegar al tiempo de la elaboración y sin drogas y para ello debe caer la defensa narcisista e inaugurar el tiempo del Poder Superior que es la fuerza de la palabra y del grupo.

*Director general de Gradiva - Rehabilitación en adicciones

Fuente: La Prensa
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